Lo que pocos ven.

Nació entre libretas y estuches a rebosar de bolígrafos. Con la luz que entraba por la ventana descubrió lo bonita que era la luz del día, y por las noches conseguía oír los sonidos de la naturaleza nocturna a lo lejos.
Vislumbró la alegría de tener un libro entre las manos antes de que sucediera. Aprendió a leer por arte de magia. Magia, todo ella, es lo que era. Frente al mar descubrió las gamas de los azules y el olor a sal, eso sin olvidar los granitos de arena que se quedaban entre sus dedos.
En las montañas, a lo lejos, creaba historias que ella misma inventaba para entretenerse en los viajes en coche, los fines de semana. Nadie se dio cuenta pero el pasó de los años hizo de ella, una persona tierna, sensible, amante del arte, y de todo lo que tenía que ver con él. Amó sus manos, como nunca lo había hecho. También amó su corazoncito cada día más grande, sin olvidar al pensamiento, a la razón. Y entre obras de teatro y viejos poemas, se fue haciendo mayor. Ella no era como los demás, y eso le encantaba, porque ella era alguien que veía lo que pocos ven.


Y eso le bastaba.