Los árboles tan interminables como siempre.

Sentía crujir las hojas bajo sus pies. Le gustaba el sonido que estas ofrecían constantemente. Pensaba en cómo es la vida, en lo grandes que podían ser los campos y lo preciosas que pueden ser las flores. Esos árboles simbolizando algo más de lo que son, dando más de lo que les dan. Algunos rotos y otros con y sin compañía. Todo es así por algo y le volvía loca tumbarse en el puente de madera y mirar hacía arriba los árboles interminables, y ese cielo, a veces de algodón tan conocido y tan estremecedor cada día, con tantos colores que ofrecer. Todo esto le provocaba un pequeño escalofrío, pero aún así le gustaba hacerlo rutinariamente.


Amaneceres y atardeceres. Qué locura contemplarlos sentía! Ese sol, esos tonos naranjas, tan magnífico. Fotos viejas en álbumes rotos , de esas que no puedes dejar de mirar. Tan mágicas la del álbum del mueble de siempre.

Esas gafas del año catapum! Qué graciosas le parecían y esa camisas abrochadas hasta el cuello, cómo cambia todo!


Tecnología en todos los rincones, y naturaleza en pocos. Hay más móviles que árboles ne las ciudades. Todo gira en un sentido en un determinado tiempo, pero un día vuelve a cambiar, y sigue, pero de otra manera.


Vivir a lo loco, los bolsillos fuera, bufandas mal colocadas, chaquetas abiertas, pantalones rotos, medias rajadas, gafas sin cristal, un pendiente si y el otro no.

Tú tienes que ser tú y ir como quieras ir, tienes que sentir lo que tienes que sentir, y si eres diferente no pasa nada, porque todo sigue siendo mágico. Y cada vez que te tumbes en el puente de madera seguirás viendo los árboles tan interminables como siempre.

Con tus medias rotas, y tu blusa con descote,