viernes, 10 de febrero de 2012

Nieve.


Nieve. Cada copo que caía. Viendo desde mi ventana
como cambiaba radicalmente el paisaje.
A veces las cosas cambian, porque tienen que cambiar.
Buenas o malas. Tristes o alegres.
Porque como la nieve hay mundos paralelos
que dejan de existir en nuestro interior.
Salí a la calle y mirando hacía el cielo cerré los ojos.
Sentí la fría nieve en mi cara, y mis manos se congelaron.
Sentí como todo lo malo que brotó en mí se convertía en agua, se transformaba.
Quería dar paso a la alegría de nuevas emociones,
nuevos días, nuevos momento, y nuevas personas.
Quería sentir que aunque siempre hay algo que duele en las entrañas del corazón,
la sonrisa puede permanecer. Las lágrimas se las llevó la nieve.
La nieve cambio el paisaje por unas horas,
y cuando el sol la desizo se llevó mis malas vibraciones,
mis malos recuerdos.

Entonces el viento me susurró al oído:

- Volvemos a empezar, querida.
Sigue siendo tú y convierte en felicidad
cada detalle que aparezca ante tus ojos,
llena tu corazón de flores,
y que éste estalle como el sol más brillante.

Ese que sólo sale después de tormentas, lluvias,
o simplemente:
El que sale después de la nieve.


Nieve, embargando mi ser,
nieve que entró en mi corazón.


Nieve que me hizó renacer, otra vez.

1 comentario:

  1. Es precioso, cuanta razón.
    Ets la millor!
    <3



    La teva germaneta Karo jijijjij

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