El mar nocturno y la claridad de la luna bailaban para mí. Me acerqué a la orilla, y empecé a bailar, mientras miraba todo aquello y sentía que su belleza me inundaba.
En aquel momento no necesitaba nada más, una voz clara, dulce y querida dormía mis timpanos y mis ojos quedaban hechizados con al luna que se reflejaba en sus pupilas.
La brisa del mar, las olas rompiendo en mis pies se llevaban los sueños rotos, y me traían sonrisas con las que recibir a los nuevos, y cuidar a aquellos que sí se cumplirán.
Porque el mar nocturno lo cuenta, y yo siempre lo escucho.
Hay algo masa romantico que sentir la mirada de la luna mientras que el agua de la orilla remoja tus pies ;)
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