Matilda era alegre, cosa que indicaban sus ojos azules que despertaban corazones desconocidos para ella. La primera vez que la vi bajaba del tren, con una bufanda roja y una cazadora negra de piel. Los tejanos claros, y una sonrisa preciosa...
Lo que nunca imaginé es que meses después fuera a ser la única persona que me animase a seguir... Me la encontré un día en mi portal y nos pasamos toda la tarde hablando. Encajamos genial.
Dos meses más tarde, mi padrastro murió y ella vino a mi casa y sin decir nada me abrazó. Yo lloré mucho, pero ella no dejaba de abrazarme, no decía nada tampoco, pero me miraba con esos ojos profundos, sí, los azules que vi en la estación en aquel febrero tan helado.
No se separó de mí...
Yo aún no tenía la mayoría de edad y le pregunté lo que más me angustiaba aquellos días:
- ¿Quién se hará cargo de mí, Matilda?
Ella atónita me miró y se sonrió.
- Yo, preciosa mía. No dejaré que nadie te arranqué de mis brazos.
Sin querer, cayó una lágrima de mis ojos negros y ella me miró emocionada y me abrazó. Ella era mi salvación, mi amiga, mi confidente, una de esas personas que se clavan dentro con porqués y sin ellos.
Durante dieciocho años se hizo cargo de mi mirada y me quiso como si de una verdadera madre se tratase. La que yo nunca tuve y con ello supe lo que se sentía teniendo a alguien que te quería de verdad.
Murió, murió en un febrero helado. ¿Casualidad? No lo sé, pero ese invierno me consiguió dejar helada de sentimientos, congeló mis sonrisas y degrado mis miradas.
Ella se llevó algo de mi misma, porque me dejo un vacío inmenso para toda la vida.
Yo no tenía fe en historias de amor, y tampoco sabía ni recordaba que era sentirse feliz.
Fue cuando llegó Mark entre los pasillos de la Universidad. Me choqué con él y al mirarlo me sonreí:
- Tú debes de ser el amor de mi vida. Tienes la sonrisa con la que sueño todos los días.
Perpleja le contesté:
- ¿Pero qué dices?
- Lo que has oído, preciosa. Te espero a las once en la cafetería, en la barra de la derecha.
Y yo sin saber porqué acudí a aquella cita.
(continuará)
Dios creo que me enamorado ya de esta historia y eso que solo acaba de empezar ;)
ResponderEliminarGuau, ¡que directo es Mark! jajaja
ResponderEliminarPreciosa la historia de Matilda, sus Febreros helados y sus ojos azules ^_^
Un abrazo Adri
Caray, veo que tienes unos cuantos blogs y además los llevas "al día". xD Enhorabuena por tu constancia e imaginación.
ResponderEliminarPues yo pido que la continuación llegue pronto, porque a pesar de que la historia de la chica sea trágica en un principio, ¿quién sabe cómo podrá acabar? :) ¡Quiero saber más sobre Mark! (precioso nombre, por cierto)
ResponderEliminar¡Un beso!