C'est une belle journée!

Me encanta el francés, la mujer que canta la canción. No la cambiaría, y si el resto de mi vida sólo pudiese escucharla a ella también sería capaz. Ella me regala mucho sin saber de mi existencia. Es sabiduría, simbolismo... Debe de ser que me aferro a las letras de sus canciones y a su dulzura para poder seguir sonriendo.

Como ella dice en la canción: Es un buen día. Siempre lo es, siempre para alguien y para nosotros mismos sólo por el hecho de que siempre amanece.

Quiero llegar hasta ella, quiero abrazarla y decirle que la quiero y la he querido desde lejos por todo lo que me ha enseñado, y si lo consigo decirle que me ha separado un idioma que he aprendido al pie de la letra para hablar con personas maravillosas en otra lengua. Todo sea por los sueños, todo sera por aprender y tener consideración por las personas, así como mi querida Mylène la tiene.

Pero sin dudarlo un segundo cantarle en el segundo precendente en el que me vea el rostro: C'est une belle journée qui s'achêve... donne l'envie d'aimer, mais je vais me coucher, mordre l'eternité à dents pleines... Y que sonria, sin tapujos. Quiero que me dedique esa sonrisa.

Eres glamour, eres elegancia, sensualidad, respeto, simpatía, soledad y compañía. Alegría, tristeza así como lloros y sonrisas que destilan de esas dos palabras, pero sobretodo eres la cantante con la que me identifico siendo totalemente diferente.

Y lo que más me gusta de tí: Tu bella y indescriptible profundidad. Siempre tu notas bailaran conmigo, aunque desgraciadamente no baile tan bien como lo haces tú.

Gracias por llenar mi vida de melodía y palabras bonitas. Eres inexplicablemente genial. Toda tú me llama la atención. Sigue sonriendo, no pares de hacerlo. Sigue siendo humilde y benevola, sigue siendo esa mujer que no atiende a la maldad ni la superbia. Eres un misterio por desvelar. Je t'aime Mylène!! 

(Y que se abtengan de decirme que lo que digo, cuento o "sueño"es imposible.
Yo siento tu música, y que digan lo que quieran.)

Donde los recuerdos y la nostalgia no existieran.

Subo una cuesta interminable. Siento la calor en cada uno de mis poros. La música sigue sonando en mis oídos. Me duelen los pies. Mucho. Siento incluso el sonido de mi corazón en mis manos que bailan al ritmo de mi cuerpo. Me gustaría poder volar... Lejos. Y tener un magnífico lugar donde descansar unas horas y donde los recuerdos y la nostalgia no existieran.

Preciso momento.

Te quiero queriendo, y sin querer. Viendo las pocas cosas que valen la pena. El sufrimiento, peor que una condena, lágrimas eternas y sonrisas poco tiernas. Me canso de llevar brillo en los ojos, mejor lo guardo para abrillantar mi corazón. Los días parecen una tombola descontrolada que juegan con las palabras que bailotean en mi corazón. Y me canso, me divierto... Estoy bien, pero sin embargo, no me siento feliz, sino que siento feliz tener determinadas personas en mi vida. Me gustan los retos dificiles, las noches sonrientes y llenas de luz, más que los días grises y las canciones que no dicen nada. Y en un preciso momento te das cuenta de como funcionan las cosas, de lo que haces mal y de lo grande que eres al seguir llevando esa felicidad a todos los rincones donde te llevan.

Hasta que el camino se haga negro.

- No voy a permitir que te vayas sin un triste adiós, sin un abrazo de despedida, sin una última sonrisa. Porque aunque marches de mi lado, aunque lo hagas, oyéme, que te querré hasta que deje de respirar. Que los susurros que me regales hoy permanecerán en mis oídos muchos años, recordándome tu existencia y las historias que podríamos contarle al mundo. Sin embargo, tú te vas y yo me callo. Con ello enterramos la historia más dolorosa de todos nuestros años... Pero no llores, quiero que me sonrías hasta que el camino se haga negro ante mis ojos y la noche caiga tras tus pasos.

Un Bécquer para la pelirroja.

Querida pelirroja,

Esta mañana me he dado cuenta de que te amo más de lo que pensaba, que los días son muy largos sin pensar en ti, que los veranos asfixiantes como este no se pueden soportar sin tu sonrisa esperándome en el portal de mi casa cada día. Que me revuelco en tu mirada como el perro guardián de tu alegría. Que la luna no es bella al lado de tu rostro. Que me he enamorado de tus pecas y de tus brillantes ojos, que incluso me guardo las miradas que me echas en el subconsciente para soñar con ellas. Que quiero ser tu Bécquer, que quiero embrujarte con los versos que no sé escribir y bailar los tangos que nunca aprendí.

- Invención número tres del verano.

Ágil.

Aquella palabra ágil, que vuela, que se va con el aire. 

Aquel recuerdo ágil, tanto, que se borra de lo que somos. 

Aquel bolígrafo ágil que escribía interminables exámenes. 

Ágil la canción que retumba en tu cuerpo al apoderarse de tus tímpanos. 

Ágil aquella voz misteriosa que te embruja. 

Ágil la lectura de un libro admirado. 

En el fondo, todo es ágil, porque nada perdura para siempre, 

y si lo hace: de manera diferente.

El alcohol.

Pestañeo. Pongo torpemente un pie en el suelo frío. Estiro la persiana, para si quiere, se abra. Pongo el otro pie. Me quito las legañas. Recuerdo una pesadilla, quién sabe de qué. Me bajo el jersey, sí, dormí con la ropa puesta. No sé que pasó, no lo recuerdo, el whisky me lo nubla todo. 

De pronto, va a la cocina a hacerse café y encuentra a su marido con una navaja clavada en el pecho. Fue ella, no era una pesadilla, fue real, el whisky le nubló tanto la vista que lo confundió por un ladrón cuando el hombre amado fue a beber agua a las tantas de la mañana.

Y lloró, y lloró, chilló, besó el cadáver con asco hacia ella misma y presa del pánico se quitó la vida. 

No tenía fuerzas para dar esas explicaciones a nadie.

-Delirio de ficción veraniego número 2.

Muerta en vida. (Delirios veraniegos: Ficción.)

Me dijeron que era imposible, que no había probabilidad de fallar, que no te dejarían sin vida. Me lo aseguraron, sin embargo... contigo me voy yo también. Caigo en la cuenta de que no me queda nada por que sonreír, me ahogo en la soledad, mis ojeras desamparan una belleza ya invisible. Mis manos tiemblan, mis piernas no se mantienen en pie. Eras lo único que me quedaba, lo único. Después de aquel incendio, después de aquellas perdidas que se llevaron gran parte de mí. Permanecí en este injusto mundo por tí, hijo mío, y se te han llevado, o quizás te has ido. No sé a que agarrarme, no sé que hacer. Me estoy volviendo loca, la cabeza me da vueltas. Me han terminado de rasgar lo que me quedaba de alma, se me llevaron el corazón y la alegría. Se me han acabado incluso las lágrimas... No tengo motivos para seguir, y moriré en esta fría madrugada. Cuando alguien dé conmigo verán el bote de pastillas que me ha ayudado a descansar, a descansar y dejar de sufrir de una vez por todas.

Un paisaje más que sumar a mis ojos.

La luz tenue entra por la ventana de mi izquierda. Brilla mi cara reflejada en el espejo. La raya de mis ojos: ligeramente azulada. Mi boca: entreabierta. Mis pies: descalzos... Voy de negro, se ha muerto mi yo de ayer, despertando de esa rosa marchita un color estupendo, de estampados novedosos. No lleva etiquetas, esta muda de mi ser: es mejor vivir sin ellas. Me asalta la ilusión, me estremece pensar la de cosas que cambian en mi de una día a otro. Me estremece ver un día la luna en mis pupilas y al otro el sol... pero no el de siempre, uno que llevo tintado en mi piel y tatuado en mi corazón. Las mentiras no tienen lugar en mis bolsillos, sólo los lápices, para escribir y escribir, bolígrafos de todos los colores, y hojas de todas las variedades. Me estremece alegremente el son de mi verano, el son de mi presente y la melodía que da vida a mis pasos. He abierto otra ventana, y ya es un paisaje más que sumar a mis ojos.

Sentirse así.

Sentirse así es como un barco sin destino, un tren sin paradas, un ascensor sin cuerdas, una caída libre, una vela que se apaga, un coche que no frena, un columpio que no deja de balancear, una montaña rusa inacabable, un silbido interminable, una rosa roja que no muere, una sonrisa que no acaba, un abrazo a la vida que no duele para nada, un libro que abre ventanas, piedras de colores, valles insólitos, mares interminables de colores indescriptibles, una carta indescifrable: sin dirección, sin buzón, sin paradero... Sentirse así es volverse loca a ratos.

El amor de mi vida.

Sus ojos son verdes, aunque habría que decir que son brillantes, alegres, grandes, con azules, amarillos, naranjas... También tendría que decir que es una de las cosas en su cara que no pasará nunca desapercibida.

Sus labios son gruesos, son bonitos, pero aún lo es más cuando salen palabras preciosas entre esos dientes descolocados.

Sus manos son aquello que pinta, que coge la cámara, que mantiene el libro en posición de lectura, aquella, la derecha, con la que coge la pluma con la que escribe las poesías donde se deja el sentimiento, donde se deja las huellas de su existencia.

Es una persona impresionante, llena de ganas de seguir y de cumplir sus sueños.

Es inteligente, tozuda, perfeccionista, sonriente, vital, "loca", es el amor de mi vida.

Y el amor de mi vida ha sido, es y será: mi propia persona.

(No me creo nadie especial, ni mejor que otro, intento ser yo de la mejor manera, aunque me gusta ser especial para y con las personas que me dan la vitalidad que sale de todo mi ser.)

Edad, no importas.

La edad no importa, fuera de que te impide tener aún más tiempo a los seres queridos. La edad da experiencia, la edad simplemente es una forma de contar el tiempo que pisas este mundo. Bien mirado quien sabe de donde salió todo esto. Algún día nos iremos, y hay quien le gusta dejar huella; huella escrita, esculpida, hablada... Aunque cada uno deja su legado de una manera u otra. Mira la foto, qué bonita me parece. Me recuerda a las personas más mayores que yo que me rodean, que me quieren, que me aconsejan, que estan a mi lado. En todo caso recuerda que la edad no importa, pero allá tú si lo crees así. Yo me permito el lujo y el regalo de disfrutar a las personas por lo que son, no por lo que llevan existiendo.

Observadora, eternamente.

Soy, he sido y seré observadora como la que más. Fijarme en general y detalle por detalle, pero eternamente fijarme en todo lo que veo y me rodea, en lo que oigo y toco, en lo que hago y siento. En todo. Seré observadora hasta que mis manos pausen el movimiento que le da vida a mi cuerpo, hasta que no ande, hasta que no esté aquí.

Ser observadora es más que un regalo, una forma de vida. Una forma de recordar todo aquello que después no se volverá a tener, aquello que no se repite. Una forma de vivir las cosas nuevas y grabarlas con buena letra en la memoria.

Una forma de amar, de ser, de sonreír, de mirar. Una forma única, de cada uno, pero en este caso, mía.

Mi ser concentrado en la observación, eternamente.

La observación conduce el hilo de mi imaginación, de los mundos paralelos y fantásticos que me inspiran: creados desde las figuras del mundo real que observo a cada paso.

Lucha por tus sueños.

Vida sólo hay una,

y yo voy a luchar por mis sueños.

Con mirada optimista,

y la fuerza invisible que mueve a ser yo misma.

Really stronger.

Observa la realidad de algunos,

mira como caen intentando.

Son héroes, los que lo superan,

y los que no, también.
Son personas que sufren,

algunas, diría que ,bastantes,

sin merecerlo.

Pero la realidad azota
sus rostros
impregnados de un dolor
a veces, perpétuo.
Y duele ver
mayores y pequeños,

adolescentes.
Gente con sueños hermosos,

postrados en camas,

que algunos olvidan.

Pero sobretodo

aplaudir que sonrían cada día,

que luchen por un 

futuro incierto,
llenos de esperanza.
Stronger, really stronger.

Fuerza.

Es como un cuadro,
una pintura
salida de unas
manos excelentes,
es melodía
y inteligencia,
es creatividad,
emoción,
personalidad,
alegría,
e incluso
tristeza.
Es profundidad,
cariño,
distancia,
trabajo,
admiración.
Pero sobretodo
es Fuerza.

Lleno de magia y amor.

No creas que vas a caer
de la escalera

a la que has subido. 

Simplemente,
pese al vértigo, 

verás claro lo que sucede 

a tu alrededor, 

desde arriba, 

sin dolor, 

sólo con el sosiego
de tu corazón.

No padezcas
porque volverás a bajar, 

vestida de blanco,
quizás, 

pero lo harás,

volverás a contemplar 

los rostros amados, 

pero cuídate.

Cuídate y 

haz de tu hoy un día lleno 

de magia y de amor.

Sutilmente acogida entre tus párpados.

Las luces de esta noche han muerto. Los edificios son sombras eternas disueltas en un paisaje olvidado. Las laderas de las colinas... se les ha olvidado existir. Tú, en tu habitación, tumbado, hambriento, dejándote consumir por un verano vacío. Estás solo, con un dolor que retuerce tu cuerpo y aisla tu corazón. Es triste como la vida te quitó todo lo que tenías, cómo te hizo esto. Es extraño, pero, encontrarla en el fondo de pantalla de tu amor desvanecido, te hizo volver a renacer, con sus canciones. Sí, esas que Marie escuchaba en el coche de camino a la playa, o incluso, hacia un pequeño restaurante bonito que escogía con paciencia. Es lo único que dejó que pudiste amar y por eso lo hiciste. Amaste la música de la mujer que hacía sonreír a quien te hacía sonreír a ti. Y es curioso como te levantaste de ese sofá un día y escribiste un libro sobre tu historia. Y es curioso como quedo sutilmente acogida entre tus párpados, e hizo brillar los ojos. Te hizo sonreír, volver a sonreír. Pero no sólo eso, sino que descubriste que Marie era la sobrina de tu ídola. Ahí cambio tu vida. Ahora es tu única familiar, pero aún desde lo desconocido la amas, a ella, a su música y al legado que Marie te dejó posado en las manos.

Bailar con los adverbios.

Mis dedos se mueven al son
de los adverbios, siempre.
Los adverbios tienen vida ante mis ojos,
me ayudan a caracterizar
lo que siento y me rodea.
Los adverbios me enredan
en una vertiente de dolor y de emoción,
de amor por la naturaleza,
o por el lápiz con el que los escribo.
La pluma que los subraya.
Adverbios que cambian la vida,
adverbios que engañan,
adverbios en mundos paralelos o
escritos entre mis líneas.
Sútil,
inolvidable el adverbio
que baila conmigo,
que sacude mis pupilas verdes
y dibuja mi sonrisa.
Amado adverbio,
amado.
Siempre usado entre mis manos.

(P.S.: No es un poema, pero me gusta cortar las líneas,
para que sean leídas con pausa,
para que sean sentidas con disimulo,
Gracias por leerme(:

Marcho una semana, pero programo entradas...)

A la deriva.

Que me absorva el mar de ilusiones rotas, de días hundidos, de trajectorias jamás hechas. Que me lleve a la deriva, lo necesito, sólo hoy, sólo por un rato.

Yo también me canso de ser la pintora de caminos conjuntos, de maquillajes similares, de sueños que no se cumplen. Me canso porque duele ver como se cae todo de tus manos como si fuese un frágil cristal, un jarrón de una cerámica muy delicada. 

Estoy cansada de que la alegria de mis mañanas se revierta a una tristeza profunda sin saber porqué. 

Debió de ser cuando me di cuenta de todo lo injusto que me pasa. Aunque, sí, me pasan cosas fabulosas, pero... siempre tengo un muro de hormigón donde salta quien quiere, donde me cansan con sus falsedades, papeles y palabras. 

Sé que siempre hay cosas malas, que soy muy exigente, pero un pequeño suspiro me hará recuperarme, otra vez. Porque hay algo que nunca hago: darme por vencida. 

Esto es una nube de una mezcla de tiempos, donde no hay ni siquiera música interior. Y es así cómo al andar por las calles solitarias me siento más vacía yo que ellas, y eso no es bueno.

A la deriva, mañana volveré a ser alegria.

Olvídame (:

¿A qué vienes? Te fuiste de mi vida, ahora ya no quiero que regreses. Nunca más. Ahora ya tengo construidas las barreras para la gente como tú, dentro de ellas viven personas que te dan mil vueltas. Yo elijo a quien quiero en mi vida, cómo y ya se verá por cuánto tiempo. Que pueden pasar muchas cosas, sí, como siempre. Pero tú, no eres, ni serás bienvenida mientras mi cuerpo tenga vida. Por otro lado me quieren y me cuidan, me hacen sonreír y están a mi lado. ¿Para que crees que voy a dar entrada a un sufrimiento que se pudrió hace mucho tiempo? Yo voy a disfrutar de la vida y de las personas que quiero.