Me dijeron que era imposible, que no había probabilidad de fallar, que no te dejarían sin vida. Me lo aseguraron, sin embargo... contigo me voy yo también. Caigo en la cuenta de que no me queda nada por que sonreír, me ahogo en la soledad, mis ojeras desamparan una belleza ya invisible. Mis manos tiemblan, mis piernas no se mantienen en pie. Eras lo único que me quedaba, lo único. Después de aquel incendio, después de aquellas perdidas que se llevaron gran parte de mí. Permanecí en este injusto mundo por tí, hijo mío, y se te han llevado, o quizás te has ido. No sé a que agarrarme, no sé que hacer. Me estoy volviendo loca, la cabeza me da vueltas. Me han terminado de rasgar lo que me quedaba de alma, se me llevaron el corazón y la alegría. Se me han acabado incluso las lágrimas... No tengo motivos para seguir, y moriré en esta fría madrugada. Cuando alguien dé conmigo verán el bote de pastillas que me ha ayudado a descansar, a descansar y dejar de sufrir de una vez por todas.
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