Las luces de esta noche han muerto. Los edificios son sombras eternas disueltas en un paisaje olvidado. Las laderas de las colinas... se les ha olvidado existir. Tú, en tu habitación, tumbado, hambriento, dejándote consumir por un verano vacío. Estás solo, con un dolor que retuerce tu cuerpo y aisla tu corazón. Es triste como la vida te quitó todo lo que tenías, cómo te hizo esto. Es extraño, pero, encontrarla en el fondo de pantalla de tu amor desvanecido, te hizo volver a renacer, con sus canciones. Sí, esas que Marie escuchaba en el coche de camino a la playa, o incluso, hacia un pequeño restaurante bonito que escogía con paciencia. Es lo único que dejó que pudiste amar y por eso lo hiciste. Amaste la música de la mujer que hacía sonreír a quien te hacía sonreír a ti. Y es curioso como te levantaste de ese sofá un día y escribiste un libro sobre tu historia. Y es curioso como quedo sutilmente acogida entre tus párpados, e hizo brillar los ojos. Te hizo sonreír, volver a sonreír. Pero no sólo eso, sino que descubriste que Marie era la sobrina de tu ídola. Ahí cambio tu vida. Ahora es tu única familiar, pero aún desde lo desconocido la amas, a ella, a su música y al legado que Marie te dejó posado en las manos.
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