Pestañeo. Pongo torpemente un pie en el suelo frío. Estiro la persiana, para si quiere, se abra. Pongo el otro pie. Me quito las legañas. Recuerdo una pesadilla, quién sabe de qué. Me bajo el jersey, sí, dormí con la ropa puesta. No sé que pasó, no lo recuerdo, el whisky me lo nubla todo.
De pronto, va a la cocina a hacerse café y encuentra a su marido con una navaja clavada en el pecho. Fue ella, no era una pesadilla, fue real, el whisky le nubló tanto la vista que lo confundió por un ladrón cuando el hombre amado fue a beber agua a las tantas de la mañana.
Y lloró, y lloró, chilló, besó el cadáver con asco hacia ella misma y presa del pánico se quitó la vida.
No tenía fuerzas para dar esas explicaciones a nadie.
-Delirio de ficción veraniego número 2.
Dios que texto tan curioso y a la vez tan duro, yo creo que la sensación que ha ella le recorrio en ese momento tuvo que ser mas que indescriptiblemente dolorosa...
ResponderEliminarMe recordo a Sid y Nancy... pobre chica (suerte que yo borracha no podría ni empuñar bien una navaja).
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